El puzle mágico.
Había una vez, en una gran ciudad, de un gran país, de un importante continente una niña a la que cada cumpleaños y fechas especiales en las que se hacían regalos sus padres le daban puzles. Un día, la niña vio un puzle muy llamativo en el escaparate una pequeña tienda de antigüedades. La niña muy curiosa decidió entrar para verlo más detalladamente. Una vez dentro empezó a observar todas aquellas antigüedades que sin saber por qué estaban todas relacionadas con el mundo de los puzles. De repente e inesperadamente salió de una pequeña puerta la dependienta de aquella interesante tiendecilla. -¿Qué quieres? – le preguntó, muy amable, la dependienta.
-Estaba mirando, pero en especial, me gustaría saber cuanto cuesta aquel puzle del escaparate- respondió la niña.
- ¿Un puzle en el escaparate? ¿Estás segura?- preguntó la dependienta un poco asustada pero a la vez intrigada.
- Sí, sí. Estoy segurísima- respondió la niña.
La dependienta que por alguna razón no acababa de creer que en el escaparate hubiera un puzle, fue allí para comprobarlo. Cuando vio que era verdad lo que aquella niña decía se quedó sorprendida pues nunca habían vendido puzles en la tienda. La niña miraba intrigada la reacción de la dependienta y rompió el silencio:
-¿Bueno y cuánto cuesta?- pregunto.
-Este puzle no está en venta, lo siento- dijo la dependienta.
La niña que quería ese puzle con todas sus fuerzas le dijo a la dependienta:
-¡Pero si usted ni siquiera sabía que había un puzle ahí! – protestó la niña indignada.
La niña le suplicó, lloró, se arrodilló hizo todo lo posible para que le vendiera aquel puzle. Hasta que la dependienta ya compadecida de lo que estaba viendo acepto venderle aquel puzle. Cuando la niña abrió la caja vio que el puzle estaba casi completo solo faltaba una pieza y entonces fue cuando la dependienta le explico que, aquel puzle no era un puzle normal como otro cualquiera, era un puzle muy especial y único en el mundo, aquel puzle tenía el poder de que al completarlo te concedía un deseo, daba igual cual fuera, mientras colocabas la última ficha lo pedias y tu deseo era concedido, pero claro, si aquel puzle llegaba a caer en malas manos podría ser mortal para todo el mundo. La niña que quiso probar a ver si era cierto lo que aquella mujer decía, mientas colocaba la última pieza que estaba suelta pidió tener al lado un exquisito trozo de pizza y entonces cuando la colocó… ¡Apareció! Apareció a su lado un gran y suculento trozo de pizza. La niña asombrada le dio el dinero a la dependienta y salió corriendo a su casa. Cuando llego a su habitación cerró la puerta y desarmó el puzle para volverlo a montar y pedir más deseos. Y así lo hizo innumerables veces hasta que bajó a cenar y su hermano mayor entró a su habitación. La niña había escrito en un papel todo lo que había pasado con aquel puzle y su hermano lo leyó. No se lo creía así que decidió probar con un deseo muy malo… ¡Deseó que su familia muriera! Y cuando colocó la pieza no escuchó nada por lo tanto no creyó que hubiera pasado nada pero cuando bajó a cenar descubrió que toda su familia había muerto…
Luisa Giraldo
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